Por: Carlos Casillas
Aparte de la falta de infraestructura vial adecuada a la condición de puerto industrial, Lázaro Cárdenas padece la “plaga” que representa los cientos de pesados camiones del transporte de mercancías que cada día circulan por zonas no permitidas. Ello, es, a no dudarlo, un símbolo de la movilidad de las mercancías que entran y salen a esta entidad portuaria, cuyos “efectos secundarios” se sienten en la mancha urbana donde, aun cuando sea de manera eventual, quedan “abandonados” plataformas, remolques y hasta los mismos tracto camiones y se convierten en elementos de riesgo para el resto de los conductores, amén del daño que ocasionan a la infraestructura urbana, al provocar o ser parte de accidentes, como ha ocurrido. Hay, localmente, a decir de Abelardo Lozano Herrera, presidente de la Asociación de Transportistas de Lázaro Cárdenas, unas mil unidades para prestar el servicio de trasporte de carga de y hacia las instalaciones portuarias y el resto de la industria, principalmente del acero. Las unidades, mientras estén en circulación son un riesgo no solo en la autopista, sino también en la mancha urbana donde son estacionadas, aun cuando se trate de lugares prohibidos o por lo menos, no adecuados para ello0. Si así, como asegura, el movimiento de mercancías a disminuidos por efectos inmediatos de la pandemia es obvio que hay una mayor cantidad de vehículos estacionados en calles oscuras, lo que implica un mayor riesgo y mayor daño a calles y avenidas. El problema para el control de esta “plaga” que son los pesados camiones, no se antoja sencillo, pero tampoco es imposible y se requiere de una mayor voluntad de la autoridad vial para la aplicación el reglamento no solo en este caso en particular, sino en términos generales con la idea de reordenas el transporte y el uso de las calles y banquetas, particularmente en aquellos espacios donde estacionarse del modo que sea, es una constante sin importar los lesivos efectos que tengan entre los demás automovilistas, pero insisto, solo es con la voluntad de quien tiene la obligación de aplicar y hacer valer el reglamento porque, esta visto, los transportistas y conductores, no tienen el mínimo interés de someterse por su voluntad al mismo.